lunes, 19 de octubre de 2015

Siete toneladas de papel para decir como es amar

eres tan blanca que apenas puedo verte luz que enseguida eres fuego en tanta inmensidad de aceites lunares sobre tu juvenil piel, tus órganos funcionando tan correctamente que no habrá que comprar aceites nuevos en los supermercados mafiosos chinos, ni en los locales violetas, ni en los locales donde las señoras sabrán qué es exactamente lo que esperan esos seres encapuchados de negros del otro lado de la puerta corrediza de shopping que los separa en dos mundos, concretos, tangibles, seres abominables extraídos de algo más allá de la simple vida humana, árbol, átomo, carbono, habrá vida en marte?..realmente te llega el agua al tanque?.. Tus asuntos todo bien?.. Nos tenemos que juntar un día de éstos, porque vos me contás cómo le fue a tu hijo en el colegio mientras yo te cuento que Rubén es un necio en las ignorancias precolombinas, aceites de auto, relojes, ocho horas, treinta minutos, veinticinco segundos, ocho horas, treinta minutos, veintiseis segundos, Ya cuelga este maldito teléfono Marta por dios! -No metas a dios en todo estos, tu y yo sabemos bien que él nada tiene que ver con este piso tan blanco lleno de fantasmas y yerba así que ven a barrerlo Rúben, y hazlo bien o te abofetearé, y lo haré como a ti bien tan te gusta, con ese olorcito a menta, a colgate recién bañado, a plancha de pelo con rulo, a comercio en banca rota pero de huesos sanos y ocicos mimositos de rocas desleñables, pero decime una cosa Eugenio, es que sinceramente no entiendo todo esto que me estás contando porque yo te pregunté cómo te fue en el día, nada más, algo tan simple, algo tan difícil María de las Mquetejuroquenopuedoporqueentoncessemetrabarúiaanlaslenguas, los tiempos, los musgos, muslos chuecos en andanzas juveniles, y para eso no, mejor sentarse a estudiar, leer un poco, bailar al compás de un compás porque todos somos esdrujulas en un mundo de huevo frito sobre milanesa recalentada en once con olor a remera blanca nueva de cuatrocientos pesos y tu sonrisa, tus colitas, tu colita, tu aroma, tu perfume a vainilla, tu piel, tus pelos, tu grasa, tu amor por sobre todas las imperfecciones perfectas de tu valioso oro bañando en sangre, sudor y lágrimas.

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