jueves, 26 de junio de 2014

Alas de invierno

Fue el canto de un pájaro el que me despertó de aquel sueño que no quiero recordar.
Acaso habrán sido las extrañas ganas de pensar en lo que molestaba.
Acariciar al perro, hablarle y recibir sus lenguetazos en la cara con extrema alegría.
Intentar ganarle la pulseada al tiempo, la necesidad suprema de valorar aun más los sentimientos,
sentimientos que adquieren alas, se alejan, me miran desde otro lugar y me piden que los reconozca, forman parte de mí, lo sé, ahora lo entiendo bien, veo con claridad sus alas, mis alas.

sábado, 21 de junio de 2014

Lo que Renata piensa del cuadro de círculos y ciruelas

Eran pequeños círculos rojos y ciruelas pintados en acuarela, decían que los había pintado un artista famoso e importante. ¿Importante para quién? Se preguntaba Renata.
 Ella reflexionaba interiormente si coincidía con los críticos que alababan la pintura que estaba observando, no coincidía, la pintura de pequeños círculos y ciruelas le parecía fea y no le encontraba ningún sentido.
 A Renata nunca le gustó que le digan lo que tenía que hacer o lo que tenía que pensar, por eso mismo aquella tarde de invierno, despejada, con mucho sol, como a ella tanto le gustaba, decidió abortar la excursión que estaban llevando a cabo sus padres, la visita al museo.
 Encontrarse en su estación favorita, en su imaginario de día ideal, la ayudó a tomar la decisión, dejó de pensar en lo que no le importaba y tomó la decisión de irse al parque para poder sentir lo que deseaba.
 Con 12 años se fue alejando lentamente de los críticos, de las pinturas, del fuerte olor a perfume de jazmín que ya no soportaba, de las luces que salían de las cámaras que originaban reproducciones idénticas de esas obras que no quería volver a nunca más en su vida, de las palabras, miles de palabras, que salían disparadas hacía su cabeza y retumbaban provocándole una gran molestia y una sensación de auxilio extrema, alejándose también de sus padres, críticos de arte, quienes no se percataban que su hija de alejaba, porque sus miradas penetraban la pintura de pequeños círculos rojos y ciruelas, analizando y comentando hasta el hartazgo la que para ellos era una genialidad, una obra maestra. Se terminó perdiendo entre la gente hasta alcanzar la puerta de salida, abrazó con su mano derecha el picaporte mientras veía en su cabeza todo lo que deseaba en ese momento, se transportó al inmenso parque que queda cerca de su casa, jugando con su perro Pulgoso, corriendo, chupándose, lamiéndose, con frío, con sol, una sonrisa infantil y provocadora se le dibujaba mientras volaba con sus pensamientos, todo parecía concluir en un exitoso final feliz, como los finales de las telenovelas, o de los cuentos infantiles, todo parecía indicar que Renata iba a poder irse del museo, para ir al parque con su perro, pero una mano fría, sin ningún tipo de sentimiento justificable, la tomó por la espalda y la hizo retroceder dejando atrás lo que parecía inminente, la búsqueda de su felicidad, el hombre de seguridad que ella no quiere recordar, ya que tanto odio todavía le tiene, la detuvo, arruinó lo que tanto deseaba estar por hacer, la sonrisa se le borró en un instante y todo lo que hermoso que imaginaba se desvaneció por completo.
 El hombre, que para Renata era un monstruo horrible salido de la peor historia de terror, la llevó de vuelta con sus padres, que no se dieron cuenta que su hija se había ausentado un largo rato, ya que todavía seguían observando la pintura de pequeños círculos y ciruelas con ojos desencajados.
 Su padre la tomó por los hombros sin mirarla, observando con una expresión casi lunática la obra, le preguntó qué opinaba sobre el cuadro, a lo que Renata contestó: -Me da asco-.

miércoles, 4 de junio de 2014

Un pelotero de sentimientos

Esas misteriosas ganas de ver más allá
la costumbre de acostumbrarse a lo que nos dan
el sentido que le buscamos a los que nos rodea
el interés de ser parecidos y de querernos
El poder que nos envicia y nos confunde
la razón que nos demora
el instinto animal que combate ante lo material
alcohol, música y amor.

Infrenables ganas de ser más chico
estar en un pelotero, jugar y jugar
imaginar, crear, sentir y ver
lo que hacemos cuando somos chicos
creamos nuevos mundos, mundos distintos
mundos que al crecer olvidamos
no hay que olvidar los mundos que creamos de chicos
volver a las raíces
comprender que somos parecidos a un árbol
tener como objetivo ser un árbol
la sabiduría.

Moverse, aplaudir, cambiar, volver, ir, pasar, enfrentar
lo importante es querer a nuestros pares
ya sean animales o humanos
lo importante al menos para mí
es mi verdad
es mi escapatoria de mi mismo
es mi salida, es mi entrada
un paso, dos pasos
el ruido de un tren que anda mal
la luz se apaga
la vida se enciende
la melancolía de lo que fue mejor nos llama
tenemos que escuchar.